Comentario
CANTO DIEZ
Como salio el campo marchando, para el rio de Conchas, y del modo que tuuieron en vadearle y puente que en el se hizo y de como se despidiò el Visitador, dando solo permiso para que el campo entrase
Assi como en la alteza, y excelencia,
De la hermosa, bella, y blanca Luna,
Vnas vezes su noble antorcha vemos,
De todo punto ciega y eclipsada,
Y otras con corta luz, y tras menguante,
Con bellos rayos, dulces y apazibles,
Salir la vemos llena de creciente,
No de otra suerte y traza fue saliendo,
La fuerça deste campo destrozado,
Tendiendo con disgusto los pertrechos,
Que à fuerça de trabajos los soldados,
Fueron por muchas partes recogiendo,
Los quales fueron luego lebantando,
Mas de ochenta carretas bien cargadas,
Que con sus carros, y carrozas yuan,
Quales van en su esquadra bien compuestas,
Las hormigas el trigo acarreando,
Assi marchando todas prolongadas,
Con vn ronco chirrido, y sordo aplauso,
Vn camino tendido bien auierto,
Dexauan con sus ruedas señalado,
Y assi como del arca contrastada,
La fuerça de animales fue saliendo,
Por generos distintos, y apartados,
Assi distintos todos los ganados,
Fueron el nueuo raftro prosiguiendo,
Por sus quarteles todos bien sembrados,
Cuia hermosa vista nos mostraua,
Aqui vna gran boidada bien tendida,
Alli las cabras que yuan discurriendo,
Tras del ganado prieto que seguia,
Las simples ouejuelas adestradas,
De los mansos cencerros conozidos,
Alli los potros tras las yeguas mansas,
Retozauan ligeros y lozanos,
Aqui tras las cerreras relinchauan,
Gran fuerça de cauallos animosos,
Tras cuia obscura y alta poluareda,
Otra mas tenebrosa y encumbrada,
El ganado bacuno, y el requaje,
Por vna y otra parte lebantauan,
Que por lo que esta machina ocupaua,
Se podra bien sacar lo que seria,
Pues tres tendidas millas por lo largo,
Y otras tantas por ancho bien cumplidas,
Tomaua todo el campo lebantado,
Cuia gruessa grandeza fue marchando,
Hasta llegar con bien à las Riberas,
Del Rio de las Conchas, cuio nombre,
Tomò por la belleza que se crian,
Quales vistosos nacares graciosos,
A bueltas de gran suma de pescado,
Cuia vertiente vemos que derrama,
Por donde el claro sol su luz esconde,
Y à la remota parte de Lebante,
Por torzidos caminos y veredas,
Va al poderoso mar restituyendo,
En cuio assiento y puesto recogidos,
Luego la gran faena començaron,
Para auer de buscar seguro vado,
Por donde todo el campo sin peligro,
La fuerça de las aguas contrastase,
Porque hondable todo se mostraua,
Por cuia causa, luego con la sonda,
Assegurar quisieron el partido,
De donde resultò tentar vn vado,
Algo dificultoso y mal seguro,
Por cuia causa muchos temerosos,
Assegurar passage no quisieron,
Por no ser de sus aguas caudalosas,
Sorbidos, y tragados, sin remedio,
Y assi el Gouernador, qual Caio Cesar,
Que sin freno, ni rienda gouernaua,
La fuerça de cauallos mas soberuios,
Assi saltò en vn cauallo brauo,
De terrible corage desembuelto,
Notando con auiso, y con destreza,
Que nunca es eloquente en sus razones,
Aquel que las propone, si admirados,
Con propias obras, y valor de brazos,
No dexa los oyentes y rendidos,
A solo el apetito, blanco, y fuerça,
Que aspira la corriente de su gusto,
Y con vn gran baston en la derecha,
Ea nobles soldados esforçados,
Caualleros de Christo fue diziendo,
Este es noble principio conozido,
Para que cada qual aqui nos muestre,
Si el credito y valor del importuno,
Y pesado trabajo que seguimos,
En si tiene valor, y si merecen,
Aquellos que le siguen gran corona,
Y con estas razones fue boluiendo,
Las riendas al cauallo poderoso,
Y assi se abalançò al brauo Rio,
Y rompiendo las aguas fue bufando,
El animal gallardo desembuelto,
Y puesto en la otra vanda hijadeando,
Boluio à cortar las aguas, y en la orilla,
Por los hijares bajo, y anchos pechos,
Resollando vertia y derramaua,
Sobre la enjuta arena guijarrosa,
Del humido licor vna gran copia,
El General prudente que assi puso,
Seguro vado à todos por delante,
El mismo començò à picar los bueies,
Animando al exercito suspenso,
Con vno y otro grito de manera,
Que assi como la chusma sosta y carga,
Siguiendo al bogabante con destreza,
O de boga arrancada, o sea picada,
O quiera sea larga, o sea chapada,
A todo pone el hombro, y con esfuerço,
Los poderosos tercios va cargando,
Y apriessa la faena va haziendo,
Assi desta manera, traza, y modo,
La soldadesca toda auergonçada,
Como gente de chusma los mas dellos,
Fueron echando, y despojando apriessa,
Quedandose en pañetes ropa fuera,
Para amparar aquello que en el agua,
Corriesse algun peligro de perderse,
Otros las aguijadas empuñauan,
Y à los anchos costados espaciosos,
de los vnidos bueis se ponian,
Y assi como del puesto abandonauan,
En el olimpo campo aquellos carros,
De los aurigas diestros impelidos,
Que con hiruiente priessa à tienda suelta,
La fuerça de cauallos aguijauan,
Con piernas, cuerpo, y braços leuantados,
Mouiendo el crudo latigo con priessa,
Assi los nuestros todos desembueltos,
Para passar la fuerça de los carros,
Como diestros aurigas el azote,
Zimbrauan en los pertigos subidos,
Y como gruessas naues, cuias proas,
Sulcando el brauo mar espuma grande,
Rebueluen y lebantan salpicando,
Las poderosas cintas que descubren,
Assi en blanco jabón rebuelto el Rio,
Las lebantadas cumbres salpicauan,
De los cargados carros poderosos,
Cuias herradas ruedas grandes cercos,
Y gruessos remolinos reboluian,
A fuerça de las maças y los rayos,
Que en su brauo raudal yuan torziendo,
Y en las ligeras yeguas tambien otros,
Los ganados maiores mentauan,
Y otros à pie corriendo por la orilla,
Desnudos y descalços rebentando,
La fuerça de los braços descubrian,
Y cada cual alli se acomodaua,
Segun que la ocasion se le ofrecia,
O discrecion sagaz, o claro exemplo,
Y como nos lebanta vn buen dechado,
Si en vn varon illustre resplandeze,
Con que facilidad los imitamos,
Quando con proprias obras nos adiestran,
Y que flacas hallamos sus razones,
Que muertas, que sin pulsos, quando vienen,
Sin la grandeza de obras adornadas,
Todo aquesto causò el noble exemplo,
Auiso y discrecion de aquel prudente,
Cuias gallardas fuerças sustentauan,
Sus dos brauos sobrinos con vizarra,
Destrezam y gallardia desembuelta,
Y no hizieron mucho en señalarse,
Porque siempre en aquellas ocasiones,
Bellos trabajadores se mostrauan,
Y assi los Españoles presurosos,
Para solo aguijar los tardos bueies,
Hiriendo à puros gritos las estrellas,
Los duros aguijones les arriman,
Y à la fuerça del Rio los impelen,
Y qual confussa flota combatida,
De poderosos vientos lebantados,
Cuios pilotos diestros heruorosos,
A puras vozes hazen sus faenas,
En confussas zalomas entonados,
Assi por vna y otra parte apriessa,
Con vozes chiflos, y altos alaridos,
Esforçauan los bueyes fatigados,
Y assi sugetos todos, mal heridos,
Qual ouediente al duro yugo atado,
Hincando el fuerte morro, arranca, y tira,
La mas pesada carga disgustoso,
Qual ya de todo punto fatigado,
Al aguijon rendido, boqui abierto,
Suelta la larga lengua berreaua,
Por cuia causa alli la soldadesca,
Nadando por el agua los aguijan,
Y otros en sus cauallos los animan,
A fuerça del azote, palo, y grito,
Tambien à los ganados que passauan,
Qual entre la ouejas dando vozes,
Los tiernos corderitos aiudaua,
Qual al ganado prieto, y al bacuno,
A la cabra, al cabrito, y al cauallo,
Al potro, à la potranca, y à la yegua,
Y al gruesso y gran requaje que venia,
Y como con el peso de la lana,
Muchas de las ouejas zozobrauan,
Por no poder nadar con tanta carga,
Por solo remediar tran graue daño,
Dio luego el General en vna cosa,
Al parecer de todos increible,
Y fue, que al brauo Rio caudaloso,
Vna segura puente se le hiziesse,
Para cuio principio dos dozenas,
De ruedas de carretas bien fornidas,
Quiso que se quitasen y truxessen,
Y estas mandò poner de trecho à trecho,
Por la grande corriente, con amarras,
Como si todas gruessas naues fueran,
Luego de los mas altos y crecidos,
Hizo cortar los arboles que estauan,
Riberas deste Rio caudaloso,
De cuios Ramos todos despojados,
Sobre las lebantadas, y altas Ruedas,
Mandò que se pusiessen y assentasen,
Y luego con fagina, y con cascajo,
Y tierra bien pisada quedò hecho,
El poderoso puente, y fue passando,
El resto del bagaje que faltaua,
Y luego al punto todo se deshizo,
Y el General por ver se auia mostrado,
Bernabe de las casas trabajando,
Hombre de noble asiento, y de verguença,
Con titulo de Alferez quiso luego,
Honrrar à su persona y estimarla,
Aqui con noble esfuerço se mostraron,
El Capitan Marçelo de Espinosa,
Cezar Ortiz Cadimo, y Iuan de Salas,
Don Iuan Escarramal, y Alonso Lucas,
Bartolomé Gonçalez, y Mallea,
Monçon, Martin Ramirez, y Iuan Perez,
Y tambien Pedro Sanchez Damiero,
Simon de Paz, Medina con Castillo,
Iuan de Vitoria Vido, y los Varelas,
Alonso Nuñez, Reyes, y Herrera,
Y aquel Antonio Conte, y don Luys Gasco,
Y el Alferez Geronimo de Heredia,
El Capitan Ruyz, los Bocanegras,
Robledos, y otros muchos valerosos,
Que valerosamente bien mostraron,
Ser hombres de gran suerte en el trabajo,
Que es verdadero premio de los fines,
Que todos pretendemos, y buscamos,
Pues como todo el campo ya estuuiesse,
Puesto de essotra vanda, luego vino,
La fuerça de la noche sossegando,
Los quebrantados miembros fatigados,
Del peso del trabajo padecido,
Y apenas por las cumbres, y collados,
La nueua y clara luz entro tendiendo,
Sus bellos rayos de oro, quando estaua,
La gente toda junta en gran silencio,
Esperando por vltima partida,
Ser del visitador alli honrrados,
Con algunas palabras, y razones,
A semejantes campos bien deuidas,
Cuio Gouernador tambien estaua,
Aguardando señor a las mercedes,
Cedulas, y despachos que le daua,
Para seguir su entrada con consuelo,
Y como el mismo Dios es el principio,
De todas nuestras cosas, aunque vengan,
A ser los fines otros, que esperamos,
Oyeron todos Missa, y acabada,
Alli el Visitador con gran tibieza,
Al General le dixo prosiguiesse,
Aquesta larga entrada, y que marchase,
Y assi le despidio sin mas palabras,
Y sin darle papel ni cosa alguna,
Que fuesse de importancia, ni prouecho,
Cuio fin pobre, y dexo desabrido,
Causò suma tristeza, y desconsuelo,
En los pechos cansados y afligidos,
De los pobres soldados lastimados,
Viendo la poca ayuda que les daua,
Vuestro Visitador, porque si quiera,
Vna buena palabra no les dixo,
Mas como està, y assiste dentro el grano,
Por notable potencia el dulze fruto,
Assi en la fuerça grande de aflicciones,
Por el illustre esfuerço de paciencia,
Triunfa, y està la gloria lebantada,
Por la nobleza firme de esperança.
Mediante cuia alteza todos juntos,
Bajando las cabeças prosiguieron,
Sirbiendoos gran señor es esta entrada,
Y assi el Visitador sin mas respecto,
Las crudas riendas luego fue boluiendo,
Dexandonos à todos bien suspensos,
De ver quan sin amor alli hablaua,
A todo vn campo que à seruiros yua,
Con vida, con hazienda, y con el alma,
Pues como don Iuan viesse que de hecho,
Yua el Visitador marchando à priessa,
Por no faltar en cosa salio luego,
Con treinta buenos hombre de acauallo,
Y todos de arrancada, los costados,
Largandoles las riendas con destreza,
Con pies ligeros, juntos les batieron,
Hasta que juntos todos le alcançaron,
Y alli el Gouernador con gran respecto,
Le quiso acompañar algunas leguas,
Pidiendole con veras se siruiesse,
De alguna escolta buena de soldados,
A cuio noble y buen comedimiento,
Con las menos razones que ser pudo,
Alli le despidio sin que quisiesse,
Que à su persona vn passo acompañase,
Con esto se boluio, y llegando al campo,
Estando todos juntos, fue diziendo,
Señores Capitanes, y soldados,
Nuestra fuerça mayor es el esfuerço,
A cuio valor alto, y lebantado,
Iamas le desayuda la fortuna,
Y assi no ay para que desmaie nadie,
Corra el rigor del tiempo trabajoso,
Aunque ya no podamos mas sufrirle,
Ni à contrastar su gran furor bastemos,
Que fin han de tener tantas zozobras,
Tantas calamidades y miserias,
Como siempre nos siguen y quebrantan,
Que Dios tendra el cuidado que es buen padre,
Serenando con prospera bonança,
El añublado Cielo que nos cubre,
Que no es cosa muy nueua ver trabajos,
Por hombres de valor, y de verguença,
Digalo Hermodoro con Camilo,
Hermocrate, Rutilo, con Metelo,
Temistocles, con otros valerosos,
Que fueron por ser buenos perseguidos,
Y bien auenturadas las injurias,
Que por cansa de aquel que esta en el Cielo,
Se sufren y padezen en la tierra,
Quanto mas, que si bien se considera,
Este es camino cierto y verdadero,
De la impressa gallarda que lleuamos,
Y con esto ceso, y luego quiso,
Escreuir al Virrey, y darle cuenta,
De todos sus trabajos y aflicciones,
Por cuia cansa es bien que aqui paremos,
Y al canto que se sigue diferamos,
Sus lastimosas quejas tan sufridas,
Quanta para escreuirlas desabridas.